domingo, 6 de marzo de 2011

EL PERDEDOR


Era un hombre afortunado: sus padres lo querían y le pagaron una buena carrera para asegurar su futuro, lo contrataron en buenos empleos con sueldos excelentes, mujeres hermosas e Íntegras lo amaron, tuvo hijos sanos e inteligentes que lo admiraron.
Pero él siempre se vio a sí mismo como un perdedor. Dejó los buenos trabajos en pos de empresas quiméricas que fracasaron, desdeñó a las mujeres que lo amaron y se quedó con una que sólo estaba con él por interés. Abandonó a sus hijos persiguiendo un sueño de mejoría económica en tierras lejanas.
Cuando lo atropelló un camión, en un instante de lucidez, segundos antes de morir, pensó que el destino fatalmente lo había alcanzado con su cuota de mala suerte final. Sin embargo, al hacerle la autopsia, el patólogo a cargo de su caso descubrió que no le quedaban más de seis meses de vida, tenía el estómago estragado por un cáncer terminal.
-¡Mira que afortunado es este tipo! –exclamó el forense ante su colega. –Lo mató un camión justo antes que se le manifestara el cáncer, y éste es uno de los más terribles. Hubiera muerto en medio de dolores espantosos.
Colgó una etiqueta naranja en uno de los pies del muerto y se frotó las manos satisfecho. Al menos en este caso, podría dar una buena noticia a la familia.

Alicia Fontecilla

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EL PERDEDOR por ALICIA FONTECILLA se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

1 comentario:

  1. Por eso hay que declarar salud. Ser positivo. ¿Por qué darse por vencido, antes del resultado? Conozco algunos casos...

    ¡Besotes!

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